En el costado del jardin, un carro de algodon traia sus sueños, envuelto en deslumbrante papel y con la alegria anaranjada de olor, al llegar a sus manos un instante en el tiempo se perdio y en sus ojos comenzó, el parpadeo de la llovisna, que anunciaba una fuerte esperanza, guardadita en su corazon y que en el cielo alojo, un suspiro magnificado por los años. Lo miro a los ojos y se aflojo la piel, en tanto un abrazo consiliador los volvio en sangre como en el comienzo.
Saturday, March 01, 2008
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